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ANALISIS. MARCO AURELIO GARCIA HABLO AYER CON CLARIN EN SAN PABLO

“El gran reto es saber qué pasará con
Brasil en los próximos 10 años”

Por Eleonora Gosman - San Pablo
03.10.2010

El asesor internacional del presidente brasileño, Marco Aurelio García, niega que vaya a asumir como canciller o diplomático en un eventual gobierno de la oficialista Dilma Rousseff. Como político que ayudó a construir la política externa del presidente Lula, dijo que si Brasil amplió su capacidad de influir en la región y su presencia en el mundo, fue no tanto por el papel “indiscutible” del presidente y su canciller Celso Amorim, como por el hecho de que su país consiguió crecer con equilibrio macroeconómico y reducción de la deuda externa con estabilidad. “En el mundo, eso es lo que cuenta”. En una entrevista con este diario ayer por la tarde sostuvo que Brasil hizo un cambio “revolucionario” al producir una gran redistribución de los ingresos, en un contexto de consolidación democrática.
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¿Cuáles son los grandes desafíos del próximo gobierno brasileño? El gran reto intelectual y político es saber qué va a pasar con Brasil en los próximos 10 años. En mi opinión, la victoria de Dilma significará continuidad y profundización, porque todavía falta mucho por hacer. Tenemos que ir de las conquistas cuantitativas, como es el caso de los 30 millones de brasileños que pasaron a la clase media, a las mejoras cualitativas en tres cuestiones hoy en debate: la educación, la salud y la seguridad. Eso exigirá una gran coordinación con el Congreso y los gobiernos provinciales. Si las encuestas aciertan, todo indica que tendremos mayoría en el Parlamento.
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Esa mayoría garantizaría la gobernabilidad a Dilma, ¿Qué papel cumpliría la oposición? El opositor PSDB tiene dos grandes referentes que son Geraldo Alkmin, candidato a gobernador de San Pablo, y Aécio Neves de Minas Gerais. Me parece que ellos pueden poner el eje en la buena tradición de la conciliación, por lo que Dilma contará con una oposición distinta a la que debió enfrentar el presidente Lula. La ventaja de Alkmin y Neves es que son dos políticos jóvenes, líderes en estados importantes. En cuanto a la derecha, representada por el DEM (o demócratas) pensamos que se va a deshidratar.
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¿Da por defenestrada a la derecha? ¿Quién ocupará ese espacio? Brasil tuvo un enorme cambio social. Sin querer trazar analogías se puede decir que es comparable, en algunas cosas, al peronismo. Entre otras cosas porque también existe resistencia de ciertos sectores sociales a los “cabecitas negras”. Es una derivación del advenimiento de sub-intelectuales que empiezan a ganar dinero como analistas en la prensa para opinar cualquier cosa. Ese tipo de gente es la que hoy asume el papel de coordinación de la derecha, pero que no piensa como la derecha tradicional. Es el tipo prejuicioso que no quiere mezclarse con el vulgo. Es complicado que José Serra se haya dejado contaminar con esa derecha. Su candidato a vice, Indio da Costa, es un poco la Sarah Palin de Brasil.
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¿Qué cambios puede haber en la política exterior si gana Dilma? Creo que habrá una continuidad, aunque por cierto puede haber matices diferentes. Pero no dudo que en relación a Sudamérica y, sobre todo Argentina, la prioridad será mantener la integración. Esto es así porque la sociedad en su conjunto comulga con esa visión. Y porque el PT defendió esas políticas. Es preciso definir la integración productiva en el nivel sudamericano, tema en el que avanzamos con Argentina en los últimos meses. Estamos seguros que con la explotación de las nuevas áreas petroleras, Petrobras generará una demanda de máquinas, barcos y tuberías. Las empresas argentinas tendrán allí un campo para participar.
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El presidente dijo que pudo llegar al poder gracias a la prensa. Ayer, Rousseff reiteró ese discurso sin que se le haya preguntado ¿A qué se puede deber esa insistencia? En Brasil, hubo preocupación desde el inicio del gobierno de Lula de mantener la irrestricta libertad de prensa, aunque sepamos y hayamos comprobado que muchas veces esa libertad se puede ejercer de forma injusta. No me refiero a las críticas pero sí a los cuestionamientos sistemáticos contra el gobierno, y las actitudes más blandas con la oposición. En este proceso electoral hubo intentos de deformar la biografía de Rousseff, a quien se acusó de ser terrorista y asaltante de bancos. Y un medio llegó a publicar una entrevista con un supuesto testigo, de quien se descubrieron que había estado preso por robo y que en el pasado habían tenido vínculos con la represión.
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